Hoy he comprado algo en el pakistaní de mi calle. Lo regenta un tipo simpático, que sabe cinco idiomas, cobra en catalán (por agradar), siempre saluda con alegría y pregunta qué tal estás. Muy bien, hombre, aquí de domingo, usted qué tal. Pues aquí muy bien, muy bien...
Me acerco a coger lo que quiero y me percato de que el volumen de la televisión está bastante alto. Antes de pedirle que me cobre miro lo que emiten. Era un canal árabe. Un joven entrevistaba respetuosamente a un viejo, acompañado por otro par de hombres y rodeado de varios niños que miraban atentamente lo que ocurría. Al fondo, alguna edificación básica de barro, algunos bueyes, y campo nomás.
Es mi pueblo –me dice–, mi pueblo. ¿Su pueblo? Mi pueblo, en Pakistán. Ya veo, y están entrevistando al hombre más mayor del pueblo, ¿no? 94 años tiene. Hala. Sí, el más mayor. ¿Y cuánto lleva usted fuera? Dos años, dos años llevo...
Me cuenta que tiene amigos trabajando por toda Europa. Que casi todos quieren volver. Porque allí se vive mejor –me dice–, en el pueblo... ¿Has visto los bueyes?