12 de noviembre de 2010

Despertad...

Levantaos y olvidad. Olvidad vuestra fe vacía, olvidad las creencias que os inculcaron en la infancia, olvidad lo que os dijeron que era imposible, olvidad las respuestas místicas, olvidad la magnificencia del predicador... Olvidad lo prohibido...

Olvidad lo que os dijeron que estaba bien o mal, olvidad los valores que estaban escritos antes de que pudierais leerlos, olvidad las advertencias de los viejos, olvidad las piedras del camino, olvidad que hay un camino, olvidad las tradiciones... Olvidad la agresividad con la que enseñáis los dientes al que zarandea vuestras convicciones, tan arraigadas como ajenas en el fondo... Olvidad ese dogma que habéis pervertido hasta hacerlo cómodo. Olvidad toda convicción, toda seguridad, toda norma, todo creador y todo falso dios que gobierna vuestro destino -¡olvidad el destino!- y reprueba vuestros actos más humanos... ¡Abrazad vuestra humanidad de una vez, abrazad la impureza, olvidad al dios castrado que intenta castrar al mundo! ¡Despertad!

Despreciad la superior clarividencia del que mira más allá, inventando lo que no existe. Asumid que no existe. Asumid que no hay respuestas, asumid que no hay nada más, asumid que lo que ganamos lo perdemos, que todo se lo lleva el tiempo tan rápido como lo trajo... Asumid la muerte, la pérdida, el vacío, el sinsentido...

Prefiero preguntas eternas a respuestas fáciles y falsas...

1 comentario:

Javier Guzmán Romero dijo...

Genial.

No pongo nada más porque me has hecho olvidar el 89% del imaginario que me han inculcado.