21 de diciembre de 2014

Revoleo

Un bar a media tarde, las mesas aún por recoger. Unos apuran el vino, otros se van marchando. Un niño y una niña corretean entre las sillas, persiguiéndose. Todo es espontáneo en sus risas, gestos y miradas. Como el revoleo de dos gatillos. Apenas un instante minúsculo de conexión, de la más banal e inconsciente de las intimidades. Ellos apenas lo saben, tienen esa suerte. Yo los observo desde otro tiempo, desde una distancia que casi me abruma. Ellos no lo saben, pero quizás son la imagen más certera que recuerdo del amor.


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