6 de diciembre de 2009

Nosotros, la manta y el suelo

La calidez de la penetración me inundaba desde los poros hasta lo más profundo de mi cuerpo, me fundía en ese abrazo intenso, piel con piel, calor con calor... Sin ropa, a flor de piel, corazón con corazón. Me perdía en su boca húmeda, la recorría paso a paso, besando cada parte de su cuerpo... Nada existía, nada importaba, sólo nosotros, la manta y el suelo, sólo la anaranjada luz de una estufa halógena iluminando su cuerpo desnudo sobre el mío, iluminando sus pechos, su pelo, su piel brillante; sus manos enrredándose en mi cabeza, en mi pecho, las mías recorriendo su cintura, su espalda, sus senos... El abrazo, la unión, el mordisco, el beso...el último balanceo. El final, la ternura, las miradas brillantes, las caras sonrosadas. La vuelta, mi aliento en su nuca, mis brazos, sus manos, sus pies con los míos, el sueño...




Aún dura la calidez de su piel en mis labios...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las miradas brillantes..., su sonrisa, la tuya. Precioso y bien escrito. Me gusta el ritmo, mucho.

:) Reina