17 de febrero de 2011

Tormenta

El sol que anunciaba el día por la mañana tardó poco en esfumarse, oscurecido por las nubes. Pronto el viento frío recorrió las calles y sopló en los patios interiores, con ese fantasmagórico sonido tan propio de los temporales inesperados. Salí, a pesar de todo. La lluvia estallaba en mil pedazos contra el suelo, formando charcos que emborronaba con mis pasos rápidos mientras luchaba para evitar que el viento destrozara mi enclenque paraguas. Sentí el agua en las piernas al caminar, sentí el viento escupiendo pequeñas gotas en mi cara, sentí el frío en las manos desnudas. Sentí al mundo hostil en esas gotas, en ese frío, en esos charcos, en ese viento intenso. De pronto una luz nívea lo inundó todo durante una fracción de segundo, como si una inmensa fotografía fuera a congelar el mundo para siempre en ese instante eterno, muerto, intangible, inmutable. Llegó, con el habitual retraso, el estruendoso rugido del trueno. Y fue entonces, aún con el sonido disipándose, cuando comenzó a caer hielo del cielo. Perlas de hielo golpeando cada baldosa, cada rama, cada paraguas. Cada recuerdo, cada palabra, cada imagen. El mundo se derrumbaba bajo mis pasos, sobre mi cabeza. Y yo ahí, en medio del frío, de los charcos, de la lluvia, del viento, del granizo...de todo. Ahí... Quieto.

Pensándolo bien, no había día más idóneo...

2 comentarios:

Javier Guzmán Romero dijo...

Esta casa en que vivo se asemeja en todo a la mía: disposición de las habitaciones, olor del vestíbulo, muebles, luz oblicua por la mañana, atenuada a mediodía, solapada por la tarde; todo es igual, incluso los senderos y los arboles del jardín, y esa vieja puerta semiderruida y los adoquines del patio.
También las horas y los minutos del tiempo que pasa son semejantes a las horas y a los minutos de mi vida. En el momento en que giran a mi alrededor, me digo: "Parecen de veras, ¡Cómo se asemejan a las verdaderas horas que vivo en este momento!"
Por mi parte, si bien he suprimido en mi casa cualquier superficie de reflexión, cuando a pesar de todo el vidrio inevitable de una ventana se empeña en devolverme mi reflejo, veo en él a alguien que se me parece. ¡Sí, que se me parece mucho, lo reconozco!
¡Pero no se vaya a pretender que soy yo! ¡Vamos! Todo es falso aquí. Cuando me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro.
Jean Tardieu

Inerte dijo...

...significados guardados dentro de gotas que al ser liberados en el estallido de su encuentro con la tierra revelan los secretos encerrados.