4 de abril de 2012

Sin respiración

He detenido las agujas, desoyendo el incesante goteo del tiempo. He apagado las luces, he abierto las ventanas del vagón que me arrastra y he dejado de respirar para preguntarme el por qué de cada respuesta que damos por incuestionable. La vida no está en esas gotas que golpean inexorablemente mi cabello sino en la eléctrica inmensidad del aire del que surgen, en esas nubes azules y oscuras, en ese jirón de realidad que arranco del mundo cuando mi mirada se detiene en algún detalle olvidado. La vida está en todo aquello que no alcanzo a entender, en la oscuridad más profunda de la que brotan los monstruos cuya cara dibuja mi mente sin yo quererlo. La vida está en todos esos sueños que no recuerdo. En las pesadillas que trato de descifrar. En los pensamientos que no puedo esquivar. En los latidos que se escapan del ritmo marcado.

Sólo necesito recostarme en su vientre para soñar que puedo ser mucho más de lo que soy, para tratar de buscar el por qué de lo que únicamente necesita latir.

Veo que piensas más de lo que puedes expresar. Pero también que nunca has vivido lo pensado, y eso no es bueno. Únicamente aquellas ideas que vivimos tienen algún valor.
Demian, Hermann Hesse